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TEATRO: Navegando en las aguas del absurdo
Martes 16 de Noviembre de 2010 | "Peces muertos", de Manuel Maccarini, un grotesco del disparate que indaga la identidad
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Redacción LA GACETA
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ampliar | SORPRESA. Pedro y Pablo ingresarán a la bodega de un barco abandonado, donde sus vidas pegarán un giro.
"Peces muertos" es un grotesco en el que la incoherencia, el disparate y lo ilógico son también elementos a tener en cuenta, y que despiertan, por momentos, la risa del público pero igualmente la sorpresa. Como en toda estructura del absurdo, la realidad no es lo que parece ser; y cuando Pedro y Pablo ingresan a un curioso lugar, la bodega de un barco que creen abandonado, otros personajes los llevarán a navegar, sobre todo, por las transformaciones o mutaciones propias. De la mano de Juanita (que después se verá que es Johnny) y bajo la dirección de "Papi" y la ayuda de un oriental, la aventura que comienzan Pedro y Pablo parte de una realidad que inmediatamente es subvertida por una ficción poco menos que delirante. Los diálogos entre la atractiva Juanita y los recién llegados aproximan y alejan a los personajes; seducen y rechazan; los deseos están puestos a flor de piel, pero la lealtad y la fidelidad al capitán del barco se refuerzan como mandatos que, sin embargo, ni siquiera el propio "Papi" está dispuesto a cumplirlos. Despertando de su última pesadilla, este personaje retoma el timón del barco, y desde lo alto mantendrá intacto su poder sobre aquella tripulación que nada tiene de ordenada; un poder, si bien se ve, logrado a través de engaños, promesas y mentiras (¿se tratará de otra metáfora?). "Peces muertos" está interpretada correctamente por Sergio Aguilar, Andrea Barbá (que reemplaza a Susana Martínez), Damián Carabajal, Luis Diez y Sergio Domínguez. Unas líneas aparte merecen la destacada escenografía y vestuario de Sergio Gatica.
La obra del prolífico dramaturgo Maccarini no es sencilla de interpretar, y por momentos la puesta se asienta en una riesgosa línea que interroga a la propia dramaturgia.
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